“Su corazón se aceleraba con la formación de sacerdotes y seminaristas, el tenis y la Capellanía de la Facultad de Ingeniería. Bien purificado por la enfermedad, seguirá ayudándonos desde el Cielo” (P. Juan Armas).
Por Elena Belletich Ruiz. 30 mayo, 2023.Ayer, en su casa de Lima falleció el reverendo padre Juan Alejandro Buendía da Silva, quien fuera capellán y profesor de la Facultad de Ingeniería de la Universidad de Piura. El sepelio será mañana, miércoles 31 de mayo, previa misa a las 9:00 a. m. en la parroquia San Josemaría Escrivá (San Borja-Lima). El velatorio se realiza hoy, en la misma parroquia.
El padre Buendía era ingeniero agrónomo por la Universidad Agraria La Molina, doctor en Teología Dogmática por la universidad de Navarra (España); y, sacerdote de la Prelatura de la Santa Cruz y Opus Dei. Entre otros cargos desempeñados a lo largo de su vida están el de profesor de la UDEP (1996-2003); capellán del Centro Cultural Universitario Los Andes y del Instituto Rural Valle Grande de Cañete; así como director espiritual del seminario Santo Toribio, en Lima.
Su trato humano, su buen humor y su bondad hacen que muchos lo recuerden con gran cariño y que los amigos cultivados se conmuevan con su partida. La doctora Susana Vegas, vicerrectora de la UDEP, expresa: “El P. Buendía fue muy querido por profesores, trabajadores y alumnos de la Facultad de Ingeniería. Siempre tenía tiempo para nosotros, nos recibía con una gran sonrisa y participaba en todas las actividades (académicas y extracurriculares). Su sencillez era uno de sus rasgos característicos”.
Asimismo, señala que son muchos los que han recibido sus buenos consejos, su preocupación constante y su amistad. “Pese a que ya no estaba en Piura, se mantenía al pendiente, compartíamos con él alegrías y penas, rezaba por nosotros. Lo recordaremos con mucho cariño y agradecimiento”, anota.
Con igual estima, el ingeniero Luis Flores Caucha, secretario académico de la Facultad de Ingeniería en Lima, resalta: “Aunque tuve un trato principalmente profesional con él, puedo reconocer que era muy buena gente, comprensivo, muy cariñoso, atento y dispuesto a brindar ayuda. Prestaba mucha atención a las historias personales de cada uno”.
El padre “Good Day”
Juan Buendía era “muy sacerdote y muy amigo de sus amigos. Me sorprendía cómo pasaba del porte serio a la carcajada contagiosa”, nos dice el padre Juan Armas, capellán de Campus Lima.
“Lo conocí en mis últimos años de estudiante. Tuve la suerte de ser su amigo y, amigo de sus amigos. Recuerdo su gran trato, apertura y confianza a los demás. Resalto su labor espiritual y apostólica, así como su capacidad para escuchar y aconsejar. Era una persona con gran sentido del humor; solía tratarnos con algún apodo y, cariñosamente, le llamábamos “el padre Good Day”, nos cuenta el ingeniero Víctor Lizana.
Víctor prosigue: “Luego de alguna conversación personal, y antes de ir a jugar sus partidos de tenis, solía brindarnos dos bendiciones: la propia del sacerdote (en la frente) y otra ‘más humana’ que dejaba cierto dolor en la mejilla”, relata.
El ingeniero Reynaldo Villar también recuerda el amor por el deporte del padre Buendía, especialmente por el tenis: “Coincidí con el padre Buendía a finales de los noventa en Campus Piura. Lo recuerdo como un hombre muy deportista; le gustaba el tenis. Y esto hacía que muy pronto, las conversaciones fueran muy interesantes”.
Un sacerdote muy humano
El padre Juan Armas ha dicho que el padre Buendía “era muy sacerdote”. Precisamente así lo recuerda la ingeniera Ana María Cumpa: “Lo conozco incluso antes de ingresar a estudiar a la universidad, el 2003. Estuvo muy cerca a mi familia cuando falleció mi primo Tomás Cumpa (estudiante de Ingeniería). Desde siempre sentimos la cercanía y acompañamiento que brindaba a sus alumnos y amigos y, en especial, a mi familia. Aunque no coincidimos durante mis años de universidad, estuvo muy pendiente. Años después, el 2013, celebró mi matrimonio a pedido de mi esposo quien era, para coincidencia, gran amigo suyo también. Accedió encantado a nuestra invitación y disfrutó mucho visitando Piura nuevamente”, recuerda.
“Tenía un trato muy directo, abierto y amable. Cuando debía ser firme y corregir, lo hacía con claridad y sin rodeos; pero con mucho cariño. Recuerdo esta característica suya trayendo a memoria conversaciones que sostuvimos. En un sacerdote, estas cualidades son sumamente importantes. También recuerdo que fue él quien bendijo los nuevos laboratorios de Química y Física en el recién remodelado Campus Lima, hace unos años”, refiere el ingeniero Villar.
Muy cercano
El doctor Eliodoro Carrera narra: “Cuando mi hija menor nació, el pronóstico de los médicos no era alentador. Ella nació por cesárea. Quisimos bautizarla con pocos días de nacida, por lo que pudiera pasar. Le pedimos al padre Buendía que lo hiciera. Era un Jueves Santo; sin embargo, él accedió y llegó a la clínica ni bien terminó los oficios del Jueves Santo. Los médicos no nos daban muchas esperanzas. Luego de bautizarla, el padre nos dijo que ella lo superaría y así fue. Ahora, mi hija tiene 26 años. Este es el gran recuerdo y agradecimiento que tenemos de él en mi familia, como muestra de su entrega a los demás”.
Por esos años, comenta el doctor César Chinguel, “había una picantería piurana llamada la “Tía Marina”. Era un lugar humilde; le gustaba acompañar a los alumnos y profesores a celebrar sus cumpleaños, dando siempre el ejemplo de alegre naturalidad sin excesos, enseñando con el ejemplo, cómo vivir la alegría cristiana”.
Como ellos, son muchos los profesores, exalumnos, trabajadores de la Universidad de Piura y, sin duda un sinnúmero de amigos, recuerdan (y lo harán siempre) al padre Buendía con gran cariño. Y, como el padre Armas, estamos seguros de que “bien purificado por la enfermedad, seguirá ayudándonos desde el Cielo”.